Mi calle (II)
Desde entonces las cosas cambiaron a un ritmo “algo” más rápido, y las calles se sucedieron a la par de los cambios. No olvidaré el sol mañanero que me deslumbraba cuando caminaba por las calles del Madrid antiguo camino del metro y en busca de la calle principal, como si lo hiciera por la ciudad italiana de Siena, dejando siempre a mi izquierda la torre puntiaguada verde, de base redonda de la iglesia del barrio…Después, en mi paréntesis, no tuve que imaginarme una calle orientada a las montañas cubiertas de nieve, porque volvía a vivirlo y de manera mucho más consciente. Fue un remanso de paz. Un disfrute para los sentidos que además compartí, afortunadamente, con mi niña. Un recuerdo que al revivirlo con fuerza dio matices a las imágenes vagas y casi desdibujadas de mi infancia…La “relativa” vuelta a la normalidad necesaria me llevo a la periferia de Madrid y a cambiar de medio de transporte (se acabaron las largas lecturas, pero se abreviaron los tiempos). El moderno diseño de los edificios, el nombre de Estocolmo que me resultaba cercano, y sobre todo, el campo de amapolas, dieron un nuevo ingrediente a esa “mi calle imaginaria”. Zanjado el paréntesis, entro en mi nuevo apartamento, veo algunas cajas sin desembalar, una vela con olor a frambuesa encendida, miro por la ventana, y…no veo ninguna calle. Veo un lugar agradable, apacible y donde me siento tranquila, pero no veo la calle, veo el cielo si miro hacia arriba, eso sí, lo pude comprobar ayer al acostarme…igual hay calles de las que no se pueden ver todos los trazos... Hoy “mi calle”, de existir, sería más larga que la de entonces, pero tengo la sensación de que falta tanto por delinear…aunque…realmente, no me importa, ahora sé que “vivo” en el rellano que anticipa a una colina...
10 no pudieron callarse:
Bonito leerte sobre tus calles.
Yo no sabría con cual de las mías quedarme, pero, ya que hablas de nieve con sólo mirar hacia arriba y coincidiendo en que no es la permanencia lo que las hace nuestras, recuerdo una de Innsbruck a la que llegué de noche un diciembre en tren y que me sorprendió al amanecer con la nieve sobre la cumbre altísima cuya luz de situación yo había confundido en la oscuridad con una estrella.
No hablaré de las calles de cerca de Alonso Martínez, donde nací, que conocí con faroles de gas, porque me pongo blandito.
Besos.
Te deseo lo mejor en tu nueva casa. Te lo mereces.
Un besote
Yo, no recuerdo en cuantas calles he vivo, lo intento pero no lo consigo. Muchas de ellas las he compartido contigo y ahora que vosotros ya no estaréis en la siguiente no consigo encontrar la mía.
No busques, no pienses, incluso no sientas, deja pasar lo que te conmueve, y vendrá sola. Además, recuerdo que no se tienen por qué ver todos los trazos, que falta mucho por delinear...
Un besito, mi niña (creo)
Tendrás que hacer una fiesta ¿no?. A mí me viene bien... pues cualquier día...jajajaj
¿Acaso no es más importante el cielo, el paisaje y hasta el olor, que la calle en sí misma?
Creo que lo importante es que encuentres ese lugar donde vivir y sentir que estas en casa, lo demás, es secundario ;)
mmmm...voy a ir a verte, prontito, prontito. 1beso. Tengo muchísimas ganas de verte y de oír tu risa.
Si es que lo importante es vivir...
besitos Libertad
A.
y todas las calles llegan a nuestra imaginación...
Brinda por esta vida que comienza !
Clavel
Haremos fiestas, cenas tranquilas, largas charlas a la luz de una vela...y disfrutaré de mi nueva casa con todos los que queráis compartirla conmigo. Besos y gracias. Y sí, Ishar, es más importante ver el cielo y vivir, sin duda, querida Dulcinea.
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