Välkommen till...
Todas las casas me parecen pequeñas. Mucho más pequeñas que antes. La gente vive muy junta. En algunos momentos a lo largo del día, mientras paseaba por las calles, he tenido la sensación incluso de hacinamiento…El tono de voz alto de las conversaciones en el supermercado, en la cafetería, en la tienda de la esquina que vende prensa, me ha hecho guiñar los ojos nada más oirlo y retroceder levemente hacia atrás…Un té frío ha sustituido al colacao caliente y la morotskaka… No suelo llevar gafas de sol, pero desde que llegué no me las he quitado apenas, la luz del sol tan intensa me ciega, e incluso parece quemarme los ojos. Agosto ya está dando sus últimas bocanadas pero las altas temperaturas son más propias de los largos días de junio…El color verde amarillento de las hojas de los árboles, se me antoja mucho más amarillo que verde…Y, ayer, al atardecer, no sentí el viento tenue sobre mi rostro, ni la fina lluvia caer sobre la hierba mullida, ni a “Asa Jinder ” en el CD del coche, ni el sonido del agua de los lagos que se intuye…ni a vosotros. Lo echo en falta, y a vosotros…Pero “cliqueo” en “agosto de 2004”, aquí, en el “pande”, y descubro, no sin cierta sorpresa, cómo supe desde la primera vez que lo que se vive en interior del Norte, permanece, se apodera de ti y de tu conciencia y asoma una sonrisa tímida y dulce a los labios, una mirada cálida a los ojos, y una quietud misteriosa y al mismo tiempo diáfana al alma...