pandemonium invierno Pandemonium: agosto 2006

miércoles, agosto 30, 2006

Välkommen till...

Todas las casas me parecen pequeñas. Mucho más pequeñas que antes. La gente vive muy junta. En algunos momentos a lo largo del día, mientras paseaba por las calles, he tenido la sensación incluso de hacinamiento…El tono de voz alto de las conversaciones en el supermercado, en la cafetería, en la tienda de la esquina que vende prensa, me ha hecho guiñar los ojos nada más oirlo y retroceder levemente hacia atrás…Un té frío ha sustituido al colacao caliente y la morotskaka… No suelo llevar gafas de sol, pero desde que llegué no me las he quitado apenas, la luz del sol tan intensa me ciega, e incluso parece quemarme los ojos. Agosto ya está dando sus últimas bocanadas pero las altas temperaturas son más propias de los largos días de junio…El color verde amarillento de las hojas de los árboles, se me antoja mucho más amarillo que verde…Y, ayer, al atardecer, no sentí el viento tenue sobre mi rostro, ni la fina lluvia caer sobre la hierba mullida, ni a “Asa Jinder ” en el CD del coche, ni el sonido del agua de los lagos que se intuye…ni a vosotros. Lo echo en falta, y a vosotros…Pero “cliqueo” en “agosto de 2004”, aquí, en el “pande”, y descubro, no sin cierta sorpresa, cómo supe desde la primera vez que lo que se vive en interior del Norte, permanece, se apodera de ti y de tu conciencia y asoma una sonrisa tímida y dulce a los labios, una mirada cálida a los ojos, y una quietud misteriosa y al mismo tiempo diáfana al alma...

lunes, agosto 14, 2006

La colina (II). Reflexiones

“No podemos construir más que a partir de lo que somos, con nuestros límites y nuestras fragilidades”

“De noche, iremos a la fuente. En nuestras profundidades centellea el agua viva en la que saciar nuestra sed”.

“La palabra amar es a menudo maltratada. Amar, se dice pronto. Vivir el amor que perdona, eso es otra cosa”.

“Y surge lo inesperado… ¿Lo sabemos suficientemente? Es en el don de nuestra vida como nos construimos. Y llega el día en que se nos ofrece lo inesperado. Los caminos de oscuridad, las largas noches apenas iluminadas, son atravesadas. Las situaciones de estancamiento, de lucha, lejos de debilitarnos, pueden llegar a estructurarnos”.

“A cualquier edad se imponen las maduraciones. Y requieren tiempo. ¿Por qué impacientarse con uno mismo? Avanzar de comienzo en comienzo puede abrir una salida más allá de los desánimos”.

“En el ser humano hay una insondable sed de libertad. Como la más bella de las medallas, la libertad puede tener un reverso. ¿Qué sería una libertad cuyo uso egocéntrico mermara la libertad de los otros? La libertad está íntimamente unida al perdón y a la reconciliación”.

“Mi vida, consiste en discernir en el prójimo qué es lo que le atormenta y qué es lo que le regocija, en compartir sus sufrimientos y alegrías”.


H. Roger de Taizé (1915, 16 agosto 2005)

La colina (I). La vulnerabilidad

Cuando subí en abril de este año a la colina no sabía lo que me encontraría ni si me sentiría igual. Desde aquel verano del 91 en que subí allí por primera vez, había ido percibiendo cambios, sobre todo después de mi larga ausencia de ocho años: los caminos de tierra habían sido allanados, las flores plantadas en la carretera permitían separar el ascenso del descenso a la colina, el agua de las duchas ya no estaba fría, la mayoría de las barracas del sector adulto tenían calefacción, se habían habilitado más tiendas de campaña… y la iglesia, ensanchada en tiempos con carpas “ad hoc” que se añadían a sus laterales en las épocas de más afluencia de peregrinos, ahora se erguía, como un todo compacto, encima de la colina, sustituyéndose las antiguas carpas provisionales por paredes y techos de madera sencillos y confortables….Pero siempre había estado él, siempre, desde el comienzo, ese hombre cuya mera presencia, había sido capaz de aliviar, entre otras muchas cosas, los quebrantos de una inconformista descreída como era yo, con un gesto o una mirada.

…Una tarde, sentada en el camino, observando a la gente, intentando estar atenta a lo fácilmente perceptible, y a lo que a veces a uno se le antoja que sólo percibe allí –los primeros días, o los primeros momentos, cuesta dejarse llevar sin más- oí que había un taller sobre la “vulnerabilidad” en la carpa “M”. Sin pensarlo, me levanté y me dirigí hacía ese lugar. Cuando llegué ya había empezado…

…Él apostó por la vulnerabilidad –decía un hermano-, y apostó por la vulnerabilidad porque estaba convencido de que sólo desde ella se puede llegar de verdad al ser humano. Si levantamos a nuestro alrededor muros que nos defiendan o corazas que nos protejan, quizá seamos menos dañados, pero también pagaremos el precio de estar más alejados de la sencillez del corazón y del amor profundo. Para él era esencial asumir riesgos hasta el último día. Nosotros, al igual que él, apostamos desde el principio por ella…

Cuando subí en abril de este año a la colina, y para mi asombro, me encontré, como siempre, en su casa, en la colina.

miércoles, agosto 09, 2006

La película de tu vida

Acabo de leer lo de Libertad sobre la cámara que filma nuestra vida y me empiezo a plantear si no va a ser que en realidad todos pasamos por el mismo proceso vital, cada uno a su ritmo; en una vida o en varias. Pero al final todos pasamos por los mismos miedos, deseos, insatisfacciones. Y ahora también, fantasías como ésta de pensar que te están mirando con una cámara.
He calificado esto último como fantasía; pero en realidad creo que también está relacionado con lo anterior: con los miedos, deseos, e insatisfacciones.

Cuando vi "El show de Truman" me impactó mucho porque una fantasía mía de chico era algo parecido: que nos estaban rodando. Era como si yo estuviera interpretando un papel en una película que durara toda una vida. Por eso me ha hecho mucha gracia que Libertad hable también de la cámara, aunque le de un sentido más trascendente.
La película que yo interpretaba y en la que por supuesto era el protagonista no tenía muy claro al género al que pertenecía. No lo tenía claro ni la película ni yo. Así que un día que estaba rumboso decidía que mi película era una comedia al estilo de Danny Kaye. Otras veces en que todo salía mal decidía verme de Búster Keaton y reírme de mí mismo. Algunos sábados por la tarde, después de ver “El halcón y la flecha” o “Murieron con las botas puestas” o “Tarzán y su compañera”, disfrutaba sintiéndome un héroe. Un héroe que vivía en un piso de pocos metros, en un pueblo perdido, en el que a un héroe en potencia se le ofrecían pocas posibilidades de demostrar su entereza, valentía y heroísmo. Todas las catástrofes naturales (muy propias para descubrir a un héroe) ocurrían en otro continente; ni siquiera estábamos en guerra con nadie. A lo máximo que podía aspirar era a ponerme un “skyjama” y detener a chorizos de poca monta… En definitiva, un desastre de héroe, en busca de una aventura que nunca llegó.

También he tenido mis escenas de tragedia. Me he puesto debajo de un árbol al atardecer y he gritado algo parecido a “..a Dios pongo por testigo que nunca volveré a pasar hambre..”. Aunque al final siempre se me ha cagado un pájaro encima, o se ha puesto a llover, o se me ha metido una mota en el ojo y le ha quitado todo el encanto a la escena (¡encima, sin música!)

También he tenido mis escenas de amor, con espagueti compartido y velitas de colores por la casa. Y también con escenas de llantos a la luna por ese amor imposible que siempre lo fue.

Después también me dio por tener un diario en video. De higos a caracoles, cuando estaba aburrido en mi casa o llegaba de una noche juerga me daba por grabarme mientras contaba las cosas que me estaban pasando y lo que sentía. Algunas veces estaba hasta medio borracho. Es una chulería. Nunca he visto esas cintas enteras. Las revisé en su momento y me pareció un insulto a la naturaleza humana y un reflejo asquerosamente fiel de la decadencia física y moral que iba ocurriendo en mi cuerpo y en mi vida conforme avanzaba el diario videográfico.

Pero lo peor de todo es que una fatal desgracia hizo que perdiera todas las cintas de lo que he grabado con la videocámara. No sólo los cumpleaños familiares, las barbacoas con amigos, las nochebuenas y demás acontecimientos domésticos. Sino que también se fueron quién sabe adónde esas cintas en las que contaba mi vida a la cámara en mitad de la noche, en mi mal iluminado dormitorio-set de rodaje.

Así que a resultas del invento y de la desgracia fatal que se cebó sobre mi producción audiovisual mi vida estará pudriéndose en algún estante, en un basurero o se la ha encontrado alguien y está muerto de risa. Sí, señores. Riéndose de esta vida vulgar y de lo patético que resultaré hablando de mis paridas con una máquina.

De modo que tengo las escenas de mi vida repartidas en varios formatos: formato Hi8 perdido en alguna parte y formato fantástico-esquizofrénico, nadando en la materia gris de éste que les habla, o dónde coño se esconda los restos de los naufragios de la imaginación. Lástima que el montaje completo (el montaje del director) no llegue a los ojos de ningún espectador. Así que si le temo menos a la muerte es porque dicen que mientras que vas por el túnel o no sé qué ves tu vida pasar como en una película. ¡Toma ya!. Sin palomitas ni cabezones delante, pero ahí estará: la película de mi vida. Y entonces descubriré a qué genero pertenece (Díos! Que no sea una película francesa!).

Mientras tanto esas escenas sueltas se pudren en los estercoleros de mi pueblo y en ese lugar donde habitan los miedos, deseos e insatisfacciones. Y también las fantasías.

martes, agosto 08, 2006

Despertar

…Había venido este año con otros ojos. O más bien, deseando otras miradas, otros veres. Nunca me sentí especialmente atraída por estas tierras áridas del interior del Sur, menos en verano. Sin embargo, tampoco me sentía especialmente bien por ello. Aquí habían nacido mis padres, vivía una parte de mi familia, y sobre todo, en los últimos años, se había venido a vivir mi hermana y mis dos sobrinos. Quizá era hora de cambiar la perspectiva, de abrir los ojos a tierras que me habian dado más de lo que yo era capaz de percibir, de valorar, de ver…

…Ayer, al caer la tarde, después de sofocar el insoportable calor de las siestas de agosto en la piscina, volvía conduciendo a casa. Miré al fondo y vi un sol anaranjado, tirando a rojizo, que se entremezclaba con el color amarillento de la siega en la tierra. Lo saboreé con la mirada lentamente hasta que, por primera vez, me detuve antes de la bajada que me llevaba directamente a casa. Me salí del coche y quise leer en voz alta, en lo alto de esa especie de páramo enardecido y a la vez sereno, en el que jamás había reparado, el poema de Neruda que últimamente me acompaña:


“Me has agregado la fuerza de todos los que viven.
Me has dado la libertad que no tiene el solitario.
Me enseñaste a encender la bondad, como el fuego.
Me hiciste construir sobre la realidad como sobre una roca.
Me hiciste adversario del malvado y muro del frenético.
Me has hecho ver la caridad del mundo y la posibilidad de la alegría.
Que así sea”.


miércoles, agosto 02, 2006

¿Hay una cámara que filma nuestra vida?

No sé muy bien en qué momento de mi infancia o mi adolescencia me inventé “la teoría de la cámara que filma la vida” (a lo mejor no me la inventé, sólo acuñé lo que había oído en alguna parte… pero como invención surgida de la nada lo recuerdo). Según esta forma de ver las cosas, es como si cada persona, cada uno de nosotros, tuviéramos una cámara que nos enfocase y que nos siguiese allá donde fuéramos, viviendo las experiencias que vivamos. Una cámara distinta para cada uno, en la que todos seamos los únicos protagonistas de la película de nuestra vida. Una cámara siempre con cada uno de nosotros, y sólo con nosotros. En las épocas de aburrimiento y en las épocas de diversión. En las épocas de soledad o de compañía. Una cámara que nos ayudase a sobrellevar las etapas de aburrimiento y soledad no deseada, intentando encontrar o simplemente apreciando las pequeñas maravillas del día a día y los momentos de alegría, de placer o de disfrute de la belleza, que hiciesen que nuestra película, vista en perspectiva, no fuera una lamentación o una queja continua, sino un capítulo digno de filmar, capaz de despertar aunque levemente una sonrisa. Una cámara que nos permitiera desarrollar una actitud de aceptación de nuestras circunstancias, aunque no siempre sean las mejores, porque sean las que sean, son las nuestras. Las que conforman el contenido de nuestra historia personal. Una cámara que nos permitiera centrarnos en nuestra propia vida, y no en la de otros. Que fuera capaz a largo plazo de hacernos ver quiénes o qué otros han formado parte siempre de ella, aunque la cámara no los haya enfocado en todos los momentos –porque no siempre han estado físicamente a nuestro lado-, de quiénes han aparecido tan sólo en uno o varios capítulos puntuales. Una cámara que, al no poder rebobinar, nos haga quizás más conscientes de que somos responsables de lo que hagamos “de” y “con” nuestra vida…

…Hoy, en bastantes ocasiones, sigo creyendo todavía en esta teoría…y como es día 1, quizá sea hora de ponerle algo de ritmo y salsa a estos capítulos de verano…

martes, agosto 01, 2006

El día menos pensado

Te encontré el día menos pensado
andaba por este mundo buscando algo
muy alejado de ti, y sin embargo
tu irrumpiste en mi vida.
Explicabas, como quien no ha roto un plato,
como el que ignora todo lo que sabe,
como quien está de paso en esta vida
o como quien vive de prestado,
como si esta vida fuera un regalo.
Entonces te miré, tu mirabas a otra,
pero yo nunca fui celoso, ni celosa.
Luego ignoré todo lo que sabía
y luego supe que sería feliz por haberte encontrado,
que estando de paso en mi vida,
sin pedirme nada a cambio
ibas a quedarte a vivir en mi alma
como un regalo,
sin haberlo programado te convertías
en algo importante en mi vida,
el día menos pensado.

Felicidades!
PANDE MUSICAL