Despertar
…Había venido este año con otros ojos. O más bien, deseando otras miradas, otros veres. Nunca me sentí especialmente atraída por estas tierras áridas del interior del Sur, menos en verano. Sin embargo, tampoco me sentía especialmente bien por ello. Aquí habían nacido mis padres, vivía una parte de mi familia, y sobre todo, en los últimos años, se había venido a vivir mi hermana y mis dos sobrinos. Quizá era hora de cambiar la perspectiva, de abrir los ojos a tierras que me habian dado más de lo que yo era capaz de percibir, de valorar, de ver…
…Ayer, al caer la tarde, después de sofocar el insoportable calor de las siestas de agosto en la piscina, volvía conduciendo a casa. Miré al fondo y vi un sol anaranjado, tirando a rojizo, que se entremezclaba con el color amarillento de la siega en la tierra. Lo saboreé con la mirada lentamente hasta que, por primera vez, me detuve antes de la bajada que me llevaba directamente a casa. Me salí del coche y quise leer en voz alta, en lo alto de esa especie de páramo enardecido y a la vez sereno, en el que jamás había reparado, el poema de Neruda que últimamente me acompaña:
“Me has agregado la fuerza de todos los que viven.
Me has dado la libertad que no tiene el solitario.
Me enseñaste a encender la bondad, como el fuego.
Me hiciste construir sobre la realidad como sobre una roca.
Me hiciste adversario del malvado y muro del frenético.
Me has hecho ver la caridad del mundo y la posibilidad de la alegría.
Que así sea”.
…Ayer, al caer la tarde, después de sofocar el insoportable calor de las siestas de agosto en la piscina, volvía conduciendo a casa. Miré al fondo y vi un sol anaranjado, tirando a rojizo, que se entremezclaba con el color amarillento de la siega en la tierra. Lo saboreé con la mirada lentamente hasta que, por primera vez, me detuve antes de la bajada que me llevaba directamente a casa. Me salí del coche y quise leer en voz alta, en lo alto de esa especie de páramo enardecido y a la vez sereno, en el que jamás había reparado, el poema de Neruda que últimamente me acompaña:
“Me has agregado la fuerza de todos los que viven.
Me has dado la libertad que no tiene el solitario.
Me enseñaste a encender la bondad, como el fuego.
Me hiciste construir sobre la realidad como sobre una roca.
Me hiciste adversario del malvado y muro del frenético.
Me has hecho ver la caridad del mundo y la posibilidad de la alegría.
Que así sea”.
9 no pudieron callarse:
Ayyy,el sur,ese estado del alma....
Me ha encantao
Por un momento he conducido yo ese coche.Me imagino ese atardecer y se me escapa un suspiro enorme...Si no hiciese tanto calor¡¡
hermoso poema..que acunas... Neruda..hoy y siempre...
besos de una chilena..
Ese escrito tan visual me ha encendido. He llegado a mi casa hace un rato. Venía de carrilear por los alrededores de mi pueblo montado en bicicleta. Era de noche ya, pero una luna llena, grande y anaranjada como nunca me iluminaba por detras. De vez en cuando volvía la espalda por si quería decirme algo. Cuando sentía que sólo quería iluminarme seguía mirando hacía adelante oyendo el ruido de las ruedas sobre la gravilla. Y ahí seguía mi pueblo, querido y odiado, tendido sobre la loma, "como un ciervo que se muere". Ay! Este jodido sur, qué tiene. Que te obliga a soñar, que te sueña. Este sur que estoy viviendo y que me está matando.
Todos los años nos quejamos de las horas muertas que pasamos en verano, tiradas en el viejo colchón, sentadas en el suelo, deambulando de un lado a otro sin saber muy bien que hacer. El sofocante calor no nos da muchas opciones.
Pero a pesar de nuestras quejas siempre hay un día, uno de esos días que ya no aguantamos más, en una de esas horas muertas, en que nos miramos, nos abrazamos, nos besamos y nos echamos a reír. Estamos juntas. Te quiero.
Chiqui, escondida de anónimo...pues que sepas que desde esta noche me vuelvo a trasladar de cama, porque en la tuya hace mucho más fresquito...y además no voy a tener muchas más oportunidades de dormir contigo...jajajaj
Tenemos deudas con nuestro pasado pero solemos olvidarnos de ellas.
Menos mal que Neruda a la caída de la tarde nos recuerda la fuerza que debemos a los que viven y la libertad de no estar solos.
Muchos besos
Te quiero.
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