...Tímido amanecer
Un buen día, la confianza se resquebraja. La confianza, construida con tanto esfuerzo, y de apariencia tan sólida, aunque con la fragilidad y delicadeza de todo lo valioso, se agrieta de forma casi inesperada, sin darnos cuenta, tras un temblor que nos coge desprevenidos. A partir de ese instante, y sin ser ni siquiera conscientes, comienza un largo camino de curas, de cuidados, de mimos, de recaidas, de pisadas en falso, para intentar nunca con calma –porque la confianza perdida desorienta- volver al status quo, al punto de partida, a la grieta cerrada, al desquebrajamiento inexistente. Ese punto de inflexión, ese cruce inesperado en el camino, escapa a nuestro control…Pero no ocurre igual con todo. Nuestra fuerza, nuestra convicción, nuestra capacidad para oír las palabras que nos hacen avanzar, y desoir las que nos mutilan, nuestro empeño por aprender a reírnos de nosotros mismos y de nuestras circunstancias, nuestro coraje y nuestra decisión, pueden ser nuestras bazas escondidas. Las que nadie nos puede quitar. Las que un día nos harán descubrir que, aunque el suelo sea resbaladizo a nuestro alrededor, nuestros pies vuelven a estar firmes.
8 no pudieron callarse:
Cuando la confianza se pierde algo irreparrable parece quebrarse en mil pedazos. Pero por suerte, como bien dices, tenemos el coraje y la fortaleza para no sólo levantarnos del suelo si no mantenernos con firmeza sobre superficies resbaladizas, aunque en ocasiones nos toque hacer incluso malabarismos a dos manos ;)
Un abrazo muy fuerte
"porque la confianza perdida desorienta". Totalmente de acuerdo. 1beso, y me alegro que, aunque tímidamente, estés de nuevo de vuelta por aquí.
Anda, ya estás en casa??? Qué bien!!!
La verdad es que resulta difícil vivir sin confianza, tanto sin la que refiere a nosotros mismos como la que se refiere a los demás.
Pero tienes mucha razón en que saber tomar las palabras contractivas y desoír las destructivas son las bazas que nos permiten reencontrarnos.
Muchos besos
Ánimo, me consta que eres muy buena malabarista...
qué razón tienes, hija!
hijo, quería decir, Manolo. Un besazo
Me refería a la confianza en la vida, a la confianza en que todo volverá a su ser, y en que lo mejor quizás está por venir.
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