Estado de excepción
Voy y vengo. Enciendo el ordenador. Lo apago. Abro un documento de word en blanco. Lo cierro… No sé decirlo. No sé decirlo como me gustaría. Voy y vengo…
…Y es que no soy poeta –aunque a veces sienta en verso o tome aliento de lo bello -, ni escritora –aunque escribir también sea vivir para mí, a mi humilde modo -, ni filósofa – aunque a veces me abrase el ansia de conocer la realidad y de encontrar un sentido al proceder humano-, ni lingüista –aunque me interese casi obsesivamente el significado y el misterio de las palabras-, ni periodista –aunque casi siempre ponga los cinco sentidos en captar la información y después intentar contarla-. No, no soy poeta, ni escritora, ni filósofa, ni lingüista, ni ejerzo el periodismo…Y por eso, quizás hoy no pueda encontrar palabras bonitas, ni siquiera adecuadas, ni calificativos soñadores, ni metáforas, ni símiles, ni alegorías, porque no domino esos artes... hoy sólo puedo intentar miraros a los ojos (yendo más allá de la pantalla que nos separa), y sin tapujos, ni adornos, deciros que hoy me está costando soportar la impotencia y frustración que muchas circunstancias vitales generan, y, sobre todo, que hoy me está costando acallar esta “tozuda” rebeldía que me invade, cuando aún sabiéndola inútil y estéril sólo querría vociferarla al viento.