pandemonium invierno Pandemonium: octubre 2006

martes, octubre 31, 2006

Luz

…Empezando por la izquierda y por abajo, hay una palmera negra encima de un montículo…luego una bajada, y en el rellano, una personita rodeada de un semicírculo a modo de aureola, y rápidamente una subida que vuelve a desembocar en una explanada, donde hay dibujada una casa, una valla, y otra personita que baja. De color negro, al igual que las gaviotas. El resto está pintado de color naranja. No sé si hay más superficie de color naranja o de color negro, porque los espacios son asimétricos, y la última montaña negra tiene mucho fondo … Desde que llegué al despacho después de las vacaciones, es la imagen de INTERVIDA que ilumina mi día a día. Estos días, no recordaba el color naranja. Hoy le he dado la vuelta al calendario. Así será el color que veré primero cada día al llegar…

martes, octubre 24, 2006

Pícaros



Pues sepa vuesa merced, ante todas cosas, que a mi llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antona Pérez...


"Un millón de hogares conectados a internet"
Ese es una de las noticias del día. Venía acompañada del repaso diario a los alcaldes y concejales corruptos sospechosos, reos, presos o liberados por prevaricación y mangoneo de las arcas públicas.
Y digo yo, en medio de esos delincuentes ¿con qué autoridad hablan o hablamos los habitantes de ese millón de hogares conectados a emule?. Mangoneando día y noche, miembros de una red de criminales que utilizan las nuevas tecnologías para sus más detestables crímenes. ¿No somos nosotros también delincuentes?. A partir de ahora ¿debemos llamar a nuestros hogares cuevas de ladrones? Desde luego, en un piso de treinta y cuatro metros cuadrados poco se puede hacer aparte de estar tramando algo. Entre los 34 metros y las esplendidas y oscuras vistas al patio interior no cabe más que hacerse eremita, anacoreta, o integrar una célula terrorista; o simplemente delincuente común, ladrón de propiedades intelectuales.
Pero al fin y al cabo somos ladrones, ¿quién nos lo iba a decir?. De otro tipo, pero ladrones. Es más, creo que siempre lo hemos sido. ¿Cuánto pierden al mes las grandes superficies en pequeños hurtos? ¿Cuántos nuevos ricos de tres al cuarto han salido a la calle mayor al rebufo de la especulación inmobiliaria? ¿Cuántas cartas recibimos al año ofreciéndonos escapar de nuestra clase social a mil por hora? ¿Cuántas empresas hacen dinero valiéndose de la avaricia de sus clientes? ¿Cuántos timos de la estampita se hacen día a día?

La picaresca española no ha cambiado nada desde el lazarillo. Todos somos unos muertos de hambre, pero disfrutamos con la rapiña de baja estofa. Generaciones y generaciones de ladrones y pícaros que nos renovamos cada año. Ayer éramos pícaros que robábamos uvas y queso; y hoy, con el estómago lleno, asaltamos la propiedad intelectual. Funcionarios, maestros, curas, guardias civiles, creyentes y descreídos. Pero todos ladrones de poca monta. Cobardes pusilánimes, coleccionistas de tardes aburridas y de camas frías, que nos relamemos de gusto cuando bajamos una película sin pagar un duro. Vacíos supervivientes de un sistema del que robamos los despojos que se derraman por las grietas.

miércoles, octubre 18, 2006

"...Y de todas las formas, al final, también el silencio es esperanza..."

(F.S.)

martes, octubre 17, 2006

Un martes, en un atasco de lunes…

Cuando una gota de agua empieza a recorrer el cristal, al principio lo hace lentamente, pero pasado un tramo de uno, dos o tres centímetros a lo sumo, cae empicada hasta llegar al final del mismo. A veces puedo seguir la trayectoria de una sola, pero otras, se entrecruzan los caminos de gotas de agua que se deslizan por la izquierda, por la derecha, y por el centro del cristal de la ventanilla del taxi y algunas se me escapan…Hoy cogí uno, y hoy, llovía…

… “Siempre pensé que al hacer tantos años que llevábamos vidas distintas, podríamos haber evolucionado también de distinta forma, pese a nuestras largas conversaciones telefónicas de cuando en cuando, y a nuestra certeza de que el otro estaba ahí si lo necesitaba el uno. Pero, no ha sido así, o al menos esa ha sido mi percepción. Me he sentido tan a gusto o más que siempre contigo, en las conversaciones, en los paseos por las calles de Tarifa, en los recorridos en coche por la bahía, mirando a la playa abierta en la que tú corres los días que no tienes ganas de ir al gimnasio, o desde el pequeño montículo al que te vas a leer cuando quieres silencio…No has cambiado. Te has hecho mayor -y habrá que decirle a Meredith que, asombrosamente, en comparación con la mayoría de los humanos-, te has llenado de matices, has consolidado unas cuantas cosas, y has relativizado más el resto, por lo que puede que "incluso" hayas madurado…la preocupación por los demás la disimulas más, pero no pudiste evitar extenderme el actimel de naranja para que me lo tomara o sí o sí antes de irme”…

…El taxista, por mi silencio y mi actitud de ensimismamiento, supongo, creía que me había dormido y me ha dicho que lo avisara al llegar... Mis riñones están bien, los dos, he podido deducir tras leer al trasluz el sobre cerrado que me ha dado el médico…Y sigo mirando hacia adelante...

martes, octubre 10, 2006

Anhelo

Sé que llegarás. O mejor, sé, que si no pienso que llegarás, me va a dar igual, y encima voy a vivir sin esperanza. Así que, llegarás. Sé que llegarás.

Ni te imaginas desde cuando te espero. Ni te imaginas. He tenido que recorrer tantos caminos y tantas veredas, que descubrir tantos rincones y moverme por tantos recodos…que a veces me cuesta creer que no te haya encontrado todavía. Y sé que no te he encontrado. Lo sé. Y esto no lo pienso por albergar esperanza, no, esto no, esto lo sé. Pese a lo que he sentido, que es todo, porque no sé sentir a medias. Pese a lo que me he dado, que es casi todo, porque lo que sabía que tenía lo he entregado…Y no, no te he encontrado. No es que no fuera el momento, no es que no fuera el tiempo, no es que no fuera el lugar, es que no eras. Ahora lo sé.

Ojalá un cruce en el camino nos pusiera en la misma senda, porque te quiero tanto, sin tenerte; te respeto tanto, sin saberte; te anhelo tanto, sin conocerte…

miércoles, octubre 04, 2006

Mi calle (II)

Desde entonces las cosas cambiaron a un ritmo “algo” más rápido, y las calles se sucedieron a la par de los cambios. No olvidaré el sol mañanero que me deslumbraba cuando caminaba por las calles del Madrid antiguo camino del metro y en busca de la calle principal, como si lo hiciera por la ciudad italiana de Siena, dejando siempre a mi izquierda la torre puntiaguada verde, de base redonda de la iglesia del barrio…Después, en mi paréntesis, no tuve que imaginarme una calle orientada a las montañas cubiertas de nieve, porque volvía a vivirlo y de manera mucho más consciente. Fue un remanso de paz. Un disfrute para los sentidos que además compartí, afortunadamente, con mi niña. Un recuerdo que al revivirlo con fuerza dio matices a las imágenes vagas y casi desdibujadas de mi infancia…La “relativa” vuelta a la normalidad necesaria me llevo a la periferia de Madrid y a cambiar de medio de transporte (se acabaron las largas lecturas, pero se abreviaron los tiempos). El moderno diseño de los edificios, el nombre de Estocolmo que me resultaba cercano, y sobre todo, el campo de amapolas, dieron un nuevo ingrediente a esa “mi calle imaginaria”. Zanjado el paréntesis, entro en mi nuevo apartamento, veo algunas cajas sin desembalar, una vela con olor a frambuesa encendida, miro por la ventana, y…no veo ninguna calle. Veo un lugar agradable, apacible y donde me siento tranquila, pero no veo la calle, veo el cielo si miro hacia arriba, eso sí, lo pude comprobar ayer al acostarme…igual hay calles de las que no se pueden ver todos los trazos... Hoy “mi calle”, de existir, sería más larga que la de entonces, pero tengo la sensación de que falta tanto por delinear…aunque…realmente, no me importa, ahora sé que “vivo” en el rellano que anticipa a una colina...

Mi calle (I)

Hace unos años, en el 2003, escribí para el programa “la ventana de Millás” este relato para el epígrafe que esa semana tocaba, "mi calle":

MI CALLE SIN NOMBRE.
¿Mi calle? No sé, no sé muy bien cuál es mi calle. He vivido en muchas a lo largo de mi vida. Sólo en Madrid, en más de cuatro. Pero no soy consciente de haber considerado a ninguna mía…Quizá no viví en ninguna el tiempo suficiente. Mi novio dice que no entiende tantos escrúpulos, que todo el mundo llama “mi calle” a la calle en la que vive, sin más, y que si yo no lo hago es por esa extraña idea de la permanencia que siempre he tenido en la cabeza. Es posible que tenga razón, creo que necesito demasiado al factor tiempo para hacer mías incluso las cosas que me vienen dadas. Nada más nacer, viví en una calle de un pueblo del Norte desde la cual se veían las montañas nevadas sólo con mirar hacia arriba. Me crié en distintas calles de un pueblo del Sur, donde mi más nítido recuerdo me lleva al menos a parpadear, para intentar eludir la luz del sol reflejada en las paredes encaladas de la mayoría de las casas. De la adolescencia, sólo me quedo con un inconformismo que me hacía, en extremo, no reconocer que vivía en una calle llamada Tras de la Puerta. Que teníamos unos vecinos estupendos, todo tipo de tiendas e incluso una agencia de viajes, lo descubrí más tarde. De las calles de Madrid, jamás olvidaré el “todo a cien” de Vallehermoso donde encontraba siempre todo, ni el bar donde nos reuníamos los amigos con la excusa de oír música en directo de Meléndez Valdés, ni las conversaciones del taquillero de metro, sobre todo al principio de mes, cada vez que compraba los billetes uno a uno en la parada del Paseo de Extremadura, ni el pulpo del gallego de Marqués de Zafra… Si pudiera cerrar los ojos, e imaginar una calle orientada a las montañas cubiertas de nieve, con muchísima luz, con unos vecinos estupendos, con todo tipo de tiendas (incluida por supuesto una agencia de viajes y un todo a cien), con un taquillero de metro con vocación de filósofo, un gallego, y un bar donde me reuniera con mi gente, esta sí permanecería en mi recuerdo y podría llamarla mi calle. Una calle imaginaria pero basada en hechos reales. Una calle sin nombre. Mi calle sin nombre”.
PANDE MUSICAL