...Cuando lo cotidiano importa
Hoy, al levantarme, he seguido apresurándome. Las cosas que tenía pendientes primaban…pero luego, al sentir el otoño, el aire fresco y ese “re-sol” de sus atardeceres, ha venido la nostalgia – y mira que no quiero caer en ella, porque podría hacerme no vivir este presente que tantas ganas despierta en mí-, pero ha venido sin avisar, de forma sobrevenida… y he sentido –no lo he pensado, en serio-, he sentido que no estabas, no te he sentido a mi lado, y te he echado de menos, amigo. Y es que, ¿sabes? me gustaría que conocieras mi trabajo, mi casa nueva, las vistas que hay desde ella, mis otros amigos de aquí, el lugar donde tomo café –quiero decir, colacao-, aquel en el que me detengo para hacer una pausa cuando el día aprieta, mis lugares de paseo, el jardín de los caprichos, mis cafés de lectura preferidos, y tantas cosas más que forman parte de mi vida…y que a veces pienso que te quedan tan, tan lejanas y que inevitablemente nos distancian…¿Sabes? Sería tan grato reconocernos siempre, respetar nuestras distintas prioridades y compartir al igual que nuestras soledades, nuestras pequeñas y grandes alegrías. Las tuyas y las mías. Las mías y las tuyas. En el mismo plano. En el plano del díficil equilibrio que es el tuyo y el mío, pero desde nuestras diferentes perspectivas.