De Cádiz a Palma
…Este año la amistad me ha llevado de viaje en Navidades. No recuerdo haber salido de mi entorno familiar o del de mi pareja, cuando la he tenido, desde hace mucho, muchísimo, es posible que casi nunca. Esta vez, los últimos y primeros días del año, ha habido calma, una inusual calma. Nada de acelerones antes de terminar el año, ni de susceptibilidades propias volcadas en el otro, nada de prisas, ni de planes... Quizás, como a menudo dice mi padre, haya sido porque he estado de viaje, y cuando uno está de viaje, se olvida bastante de si mismo y de sus circunstancias habituales para pasar a ser un “mirón” de lo que le rodea, hoy diré a vivir como un “mirón” de lo que me rodea (leo también en este año, esta vez, y en estos días, a José Luis Sampedro…) para después retener, e intentar escribir algo.
Mañanas con niebla baja de invierno en la sierra de Grazalema, el valle de Ubrique desde arriba, y las encrucijadas de montes que se adivinan detrás de Benaocaz y Benamahoma aderedazadas por palabras que narran historias, recuerdos, otros recuerdos que comparte con nosotros; música del norte acompañándonos por el sur a los mismos que en otras ocasiones; pinos altos que visten las laderas y los montes como si de otras tierras, que no gaditanas, se tratase; pinsapos camuflados en forma de diferentes árboles que Mariano cree reconocer y nuestro anfitrión porfía con el gesto y la mirada; desayunos con sabor a mollete recién horneado y risas con Laura que despierta con cierta “dislepsia” para el acento gaditano, para mí casi todo reconocible, un placer que así sea, y un lugar que ha dejado de ser de visita esporádica para convertirse en otro en el que me gusta estar, descansar, observar…
…Un chico montado en una bicicleta con las manos en la cabeza, y no en el manillar, junto con dos gallos de pelea que saltan ateridos de unas manos a otras, despiertan mis sentidos al año que acaba de comenzar (¿Cómo será el 2006? -me pregunto al recordar las palabras oídas momentos antes- ) y…después, sol mañanero por los llanos de la campiña que adormece dulcemente, el autobús tranquilo que se dirige ya hacia otro lugar, aunque la mente todavía renquea anclada en lo que ha sabido a poco …
…Aeropuerto conocido, brisa de mar de invierno en la cara, una ciudad vista hasta entonces con otros ojos, luces a los lejos de una Palma que ya casi duerme y me sorprende por la belleza cotidiana y cálida que me muestran, largos recorridos en coche por el norte de la isla que me mantienen expectante a un paisaje que rápidamente me embriaga: Valdemossa, Deià, Soller…riachuelos, casas de piedra arenisca de color tostado que transmiten serenidad, un tranvía de madera que recorre este pueblo nacido en las faldas de una montaña y un sabor a cocas de patata y chocolate que se derrite en los labios; pisadas que emulan a sombras que la luz de la luna deja entrever en la oscuridad de Lluc, y… ya atrás, Tramuntana, los sueños, los deseos, las inquietudes, la calma que inspira el mirar a un cielo y un mar que allí, únicamente allí, son uno… un “uno” imaginario, pero que a mí se me antoja real por la línea imperceptible que los separa, un recuerdo nítido en mi memoria que me resisto a dejar de ver, en el que me recreo mientras mi acompañante en esta parte del camino, conduce, en silencio…
Mañanas con niebla baja de invierno en la sierra de Grazalema, el valle de Ubrique desde arriba, y las encrucijadas de montes que se adivinan detrás de Benaocaz y Benamahoma aderedazadas por palabras que narran historias, recuerdos, otros recuerdos que comparte con nosotros; música del norte acompañándonos por el sur a los mismos que en otras ocasiones; pinos altos que visten las laderas y los montes como si de otras tierras, que no gaditanas, se tratase; pinsapos camuflados en forma de diferentes árboles que Mariano cree reconocer y nuestro anfitrión porfía con el gesto y la mirada; desayunos con sabor a mollete recién horneado y risas con Laura que despierta con cierta “dislepsia” para el acento gaditano, para mí casi todo reconocible, un placer que así sea, y un lugar que ha dejado de ser de visita esporádica para convertirse en otro en el que me gusta estar, descansar, observar…
…Un chico montado en una bicicleta con las manos en la cabeza, y no en el manillar, junto con dos gallos de pelea que saltan ateridos de unas manos a otras, despiertan mis sentidos al año que acaba de comenzar (¿Cómo será el 2006? -me pregunto al recordar las palabras oídas momentos antes- ) y…después, sol mañanero por los llanos de la campiña que adormece dulcemente, el autobús tranquilo que se dirige ya hacia otro lugar, aunque la mente todavía renquea anclada en lo que ha sabido a poco …
…Aeropuerto conocido, brisa de mar de invierno en la cara, una ciudad vista hasta entonces con otros ojos, luces a los lejos de una Palma que ya casi duerme y me sorprende por la belleza cotidiana y cálida que me muestran, largos recorridos en coche por el norte de la isla que me mantienen expectante a un paisaje que rápidamente me embriaga: Valdemossa, Deià, Soller…riachuelos, casas de piedra arenisca de color tostado que transmiten serenidad, un tranvía de madera que recorre este pueblo nacido en las faldas de una montaña y un sabor a cocas de patata y chocolate que se derrite en los labios; pisadas que emulan a sombras que la luz de la luna deja entrever en la oscuridad de Lluc, y… ya atrás, Tramuntana, los sueños, los deseos, las inquietudes, la calma que inspira el mirar a un cielo y un mar que allí, únicamente allí, son uno… un “uno” imaginario, pero que a mí se me antoja real por la línea imperceptible que los separa, un recuerdo nítido en mi memoria que me resisto a dejar de ver, en el que me recreo mientras mi acompañante en esta parte del camino, conduce, en silencio…
3 no pudieron callarse:
Bonito libertá
Acabo de pasar por aquí y aunque no había dejado comentario nunca, ahora quiero hacerlo: me gusta cómo escribes, libertad. Y me suenas de algo?
..ole la gracia de la mujer cordobesa! (mmm...ay, perdón, que aquí nadie revela identidades)
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