16 de agosto de 2005
Acaba el año y las ganas. Ni tentativas de hacer balance hay. Nada. Sólo una idea me ronda, no he dedicado ni una línea de mis contribuciones a este blog al 16 de agosto de 2005, y pensaba hacerlo antes de que acabara el año. Pensaba encontrar la lucidez y el arrojo suficientes para expresar con palabras la importancia que tuvo para mí lo que ese día ocurrió, y lo que supuso para mí, sobre todo, la forma en la que él pasó a ausentarse de la vida diaria de los que le rodeaban, aunque siga estando, aunque realmente no se haya ido de los pensamientos cotidianos de muchos. Pero, los años naturales, o más bien los períodos en los que decidimos fraccionar el tiempo, una vez más, poco tienen que ver con el ritmo en el que se mueven nuestras percepciones de los hechos, o evolucinan las emociones o los sentimientos que pueden desencadenar en nosotros los mismos. Sigo sin estar preparada para hablar al respecto, o sigo sin querer hacerlo. En ese sentido, no sé cuándo acabará el año, pero todavía no. La idea me hace despertarme a veces con desasosiego, todavía con algún desconcierto…pero ahora sé que sólo cuando vuelva a subir a la colina, ojalá y el año próximo, a esa colina de la Borgoña que en los últimos meses mantengo latente en mi memoria, como dormida o aletargada pero siempre presente, quizá pueda compartir algo más con vosotros…
1 no pudieron callarse:
todo lo que duele cuesta asimilarlo libertad
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