Las cosas que tenemos, nos tienen a nosotros

Las cosas que tenemos nos tienen ellas a nosotros.
O sea, lo que poseemos, nos posee

Un día, un sabio budista le decía a su discípulo eso mismo y el discípulo lo miraba extrañado. Entonces el sabio preguntó al discípulo:
- "¿Qué es elo que más te gusta de esta habitación?
El alumno señaló una estupenda copa de oro y marfil que debía costar una pasta.
- "Bueno, cógela" - dijo el sabio.
Y el muchacho sin esperar que se lo dijera dos veces asió la copa.
- "No se te ocurra soltarla" - apuntó el sabio, no sin cierta guasa. Después añadió: - "¿No hay mada más que te guste?"
El discípulo no pudo dejar de reconocer que la bolsa que tenía llena de monedas de oro sobre la mesa, también le tentaba.
- "Pues nada, a por ella - Dijo el sabio mientras el discípulo cogía con la otra mano la bolsa de monedas - "Tampoco la vayas a soltar" - apuntó después
- Y ahora ¿qué?- dijo el maestro con cierto nerviosismo. - "Ahora ¡ráscate!"
No había manera, claro, y rascarse puede ser una cosa, casi de vital importancia, cuando a uno le pica una parte del cuerpo, ... o aun del alma!
Con las manos ocupadas no puede uno rascarse nada.
Lo que tenemos muy agarrado nos agarra también a su modo