El reencuentro
Son las ocho y un minuto según el ordenador de mi despacho. Es viernes, 12 de noviembre, y curro hasta las nueve. Hasta las nueve!...sin embargo, la soledad del campus, el viento, el silencio, hoy no me hace sentir incómoda. De hecho estoy cómoda, contenta, tranquila…Es más, para mí todavía no ha llegado el final del día…estamos como otro viernes a las seis…o incluso antes. Dentro de una hora salgo para la estación. Y a las diez cojo el tren para mi casa. Quiero llegar y tumbarme en el sofá. Bueno, no, quiero llegar y contarle cosas del último mes y pico a mi hermana Rosa…se ha vuelto a pintar el pelo negro, con lo guapa que está rubia-pelirroja, y es su color natural, habrá que profundizar…o no, casi mejor, lo primero cojo a mi sobrina y que me cuenta qué tal en el cole, que me hable para que pueda darme cuenta de lo que ha aprendido desde que no la veo (a esas edades se avanza muy rápido)…aunque bueno, mi padre le ha dado de comer a los ciervos a la caída de la tarde, y me gustaría que me recordara los escalofríos que se sienten cuando berrean en tu mano, y se encelan….y Paqui, es capaz de haberse cortado el pelo, con lo precioso que lo tiene ahora, tan rizado, tan largo…con reflejos rojizos…Mi madre ha sacado algunos cuadros que pintó hace tiempo, dice que ha quitado los anteriores, que se había cansado de verlos, sí, esto lo primero, ver los nuevos, bueno los viejos, quiero decir los que más reconozco ...Y el niño, todavía no guardo su cara en la memoria, tengo que pasar más tiempo con él. Él y yo, yo y él, para que aprendamos a reconocernos...Estoy nerviosa y, entusiasmada (dos veces en una semana…)….Cuántos años hará que no coincidimos las tres al mismo tiempo con mis padres en Córdoba. No me puedo creer que no pueda recordarlo…O a lo mejor es que empiezo a entender que haya fechas que no se recuerden…
1 no pudieron callarse:
Me siento un poco voyeur al acercarme a este rinconcito de internet y redescubrir que en medio de la diaria marabunta humana movida a golpe de moneda existen personas (a pesar de todo) que se atreven a mirarse a sí mismas, a pensar sobre lo que pasa alrededor y a escribirlo. Es de las pocas cosas que hacemos ya que nos distinguen de los animales... Eso y esta curiosidad de asomarse cada noche a esta ventanita de 15 pulgadas para leeros.
Si no te importa me seguiré asomando
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