Cuando la pasión se esconde…
…Estos días de primeros de agosto, andaba renqueando, en la cuerda floja, temiendo caerme, pero sin caerme, o mejor sin saber cuándo llegaría la caída (uno ya se va conociendo y sabe cuando ocurren estas cosas…). El lunes llegó, y no fue flojo el golpe. Pero, hoy, hoy vuelvo a estar contenta, porque desde primeras horas de la mañana he comenzado a remontar…
…Ayer por la noche, observaba a mi padre y a mi madre, en silencio, en el maravilloso y embriagador silencio de las noches de verano del interior del sur, en el único momento del día donde la calma reina, y yo comienzo a respirar, y en cierta forma, a vivir. De pronto, mi madre, recostada en la hamaca de lona y madera de mi abuelo, la que hace unos años decidimos no tirar pese a su deterioro, dijo: “Si las cosas volviesen a empezar, sólo querría que mis hijas fuesen más felices”. Yo, después de unos minutos, interrumpí mi silencio y le pregunté: “¿por qué dices eso mamá?”, pero no me contestó, se había dormido. La llamé, la acompañé a la cama y le di un beso en la frente. Cuando caminaba de nuevo hacia el patio, hacia el sitio en el que yo estaba sentada, pasaron por mi cabeza distintas instantáneas de momentos de mi vida previos a la noche de ayer. En todas, en cada una de esas filminas que mi imaginación había traído no sin cierto capricho y supongo que con cierta intencionalidad a mi memoria, tenía una leve sonrisa en los labios y un perceptible brillo en los ojos. Me sentía y me veía viva. Con lo que hacía; con donde estaba en los distintos momentos y tiempos; con los caminos que con determinación había elegido; con lo que había dudado y reconocido dudar –también con sus consecuencias-; con lo que me había inquietado, aturdido, excitado, embriagado, indignado, estimulado, entusiasmado, apasionado….
Hoy, nada más levantarme, le he dicho a mi madre que me subía arriba a trabajar, que volvería a la noche, y que no se preocupase, que todo estaba bien, muy bien, que la pasión, a veces dormida, a veces disimulada, a veces escondida para tantearnos, estaba donde siempre, conmigo. Mientras salía, la he oido suspirar de alivio y al volverme ligeramente sin que ella me viera, también la he visto sonreír en el umbral de la puerta…
…Ayer por la noche, observaba a mi padre y a mi madre, en silencio, en el maravilloso y embriagador silencio de las noches de verano del interior del sur, en el único momento del día donde la calma reina, y yo comienzo a respirar, y en cierta forma, a vivir. De pronto, mi madre, recostada en la hamaca de lona y madera de mi abuelo, la que hace unos años decidimos no tirar pese a su deterioro, dijo: “Si las cosas volviesen a empezar, sólo querría que mis hijas fuesen más felices”. Yo, después de unos minutos, interrumpí mi silencio y le pregunté: “¿por qué dices eso mamá?”, pero no me contestó, se había dormido. La llamé, la acompañé a la cama y le di un beso en la frente. Cuando caminaba de nuevo hacia el patio, hacia el sitio en el que yo estaba sentada, pasaron por mi cabeza distintas instantáneas de momentos de mi vida previos a la noche de ayer. En todas, en cada una de esas filminas que mi imaginación había traído no sin cierto capricho y supongo que con cierta intencionalidad a mi memoria, tenía una leve sonrisa en los labios y un perceptible brillo en los ojos. Me sentía y me veía viva. Con lo que hacía; con donde estaba en los distintos momentos y tiempos; con los caminos que con determinación había elegido; con lo que había dudado y reconocido dudar –también con sus consecuencias-; con lo que me había inquietado, aturdido, excitado, embriagado, indignado, estimulado, entusiasmado, apasionado….
Hoy, nada más levantarme, le he dicho a mi madre que me subía arriba a trabajar, que volvería a la noche, y que no se preocupase, que todo estaba bien, muy bien, que la pasión, a veces dormida, a veces disimulada, a veces escondida para tantearnos, estaba donde siempre, conmigo. Mientras salía, la he oido suspirar de alivio y al volverme ligeramente sin que ella me viera, también la he visto sonreír en el umbral de la puerta…
3 no pudieron callarse:
Si es que más sentía que una madre,hija, no hay na
Sí, las madres siempre están ahí.
La verdad es que estoy un poco desconcertado. He leído varias cosas en tu blog (compartimos el amor por American Beauty) y me resultan enormemente contrastantes. Escribes bastante bien aunque a veces parece que un poco apresurado. Pero con bastante pasión y es todo muy interesante. Incluído el relato erótico (¡vaya calor para estos días y en Sevilla!).
Pero la verdad, me surge la pregunta que supongo no contestarás: ¿Quién eres?.
Pilatos le hizo la misma pregunta a Jesús.
Bueno, semielfo (curioso eso de semielfo), espero una largo y fructífero intercambio de pareceres.
Saludos.
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