…Cuando a uno le vienen a la cabeza parrafadas inconexas…

…Cuando tenía 16 años tenía miedo a no aprender a vivir, que no sabía vivir era obvio, que quería aprender, iba conmigo; y el tener miedo a vivir, no sé exactamente por qué, pero nunca lo contemplé…

…Cuando tenía unos pocos más años, y una pocas más experiencias vividas –tampoco muchas, la verdad, lo que pasa es que tiendo a estrujar las vividas, y eso a veces te hace sentir que son muchas- me di cuenta de que la mayoría de las personas nos creemos “especialmente sensibles”…pero que, los especialmente sensibles, son muy pocos (no llego a saber si yo estoy dentro de ese grupo, siempre he creído que sí, pero supongo que como la mayoría…); y por tanto, esta sensibilidad, en su revés negativo, que te hace sentirte “demasiado afectada” por las alteraciones o cambios de lo que te rodea, no sólo no es un atenuante o un eximente de nada, sino que puede no servir ni siquiera como explicación propia de determinadas reacciones, o creencias sobre uno mismo…

…Hace algunos años que tuve la certeza de mi simpleza. De que de pronto (supongo que “de mucho”, aunque uno lo percibe como “de pronto”) todo en mí, para mí y con respecto a los otros, era mucho más sencillo y más simple de lo que nunca hubiera creído o pensado. Ahora me doy cuenta –si me di cuenta antes, no me acuerdo- de que cuando las personas solucionamos parte de nuestros conflictos internos, nos simplificamos extraordinariamente. Lástima, que a menudo seamos un equilibrio inestable, y que esa “simpleza” tan maravillosa y clarificadora a veces se esfume…

…nada… bueno…bueno sí…que os echo mucho de menos, que hoy se me antoja insoportable no tener a mi lado a los que quiero…