Antonio

...Oigo a Vivaldi...cierro los ojos…vienen imágenes….y entre ellas, no sin cierta sorpresa, la primera, la tuya. ¿Sabes?...no, no creo que lo sepas todavía…o, quizá sí, el domingo pasado me mirabas y me acariciabas la cara con tus manos gorditas. Ya te siento como mío. No había sido consciente de ello, pero estás ahí, claro, desde que naciste, conmigo, en mis pensamientos y en mi vida: tu pelo rubio "arremolinado", tu piel blanca, tu sonrisa, tus ojos curiosos pero tranquilos, ese “vivir” tuyo en el silencio, tu dulzura… se han colado por una rendija y se han acomodado en primera fila, justo al lado de tu hermana…