…Fue el 11 de febrero...
El cielo blanquecino de Madrid, mezcla de contaminación, de luz de sol y de aire del Sahara, era el punto de mira de nuestras miradas perdidas, de nuestras palabras mudas….Había sido tan distinto el viaje de fines de noviembre, que recordaba con un comienzo similar (una llamada perdida en el móvil, yo bajando deprisa las escaleras, la mirada de Daniel algo desconcertante al volante de su Kya …) pero con un final diametralmente opuesto al de ayer…Durante todo el trayecto recordé las palabras que se dijeron en aquella comida de Noviembre en el restaurante del Jardín Botánico del Escorial . Era un matriarcado, la familia de Nuria, la novia de aquella peculiar ceremonia, era, sin duda, un matriarcado. Todas las mujeres, de distintas generaciones -su abuela, sus tías, sus primas y Angela, su madre- comían y reían juntas. Los nietos, los hijos y un buen número de invitados, entre los cuales me incluyo, revoloteábamos alrededor de ellas y nos aproximábamos para saludarlas, para charlar o simplemente para mirarlas y sonreirles cuando ellas se hubiesen percatado de que las mirábamos. Parecían y sabía que eran, un grupo de mujeres fuertes, luchadoras, capaces de plantarles cara a la vida, de seguir siempre hacia adelante, y además de hacerlo con la mejor de sus sonrisas…Ni rastro de ningún hombre. Era curioso, pero, asombrosamente, en aquella mesa del centro este del salón del restaurante sólo hacían pensar que en sus vidas había habido y había hombres, los nietos y los hijos que las miraban y agasajaban a besos y arrumacos con verdadera devoción… Feliz, era una mesa feliz, así es como la recordaba, sentada en aquella mesa y rodeada del resto de mujeres de su familia, serena y sonriente como tantas veces la había visto… y así es como quería recordar siempre a Angela.
...Miré a Daniel, y coincidimos en que habíamos encontrado, tras callejear por los aledaños de la calle Cardenal Herrera Oria, el lugar que buscábamos. Detuvo el cohe, lo aparcó, nos bajamos sin hablar y entramos en aquel edificio de "apariencia zen" y luces tenues para acompañar a Nuria...
...Miré a Daniel, y coincidimos en que habíamos encontrado, tras callejear por los aledaños de la calle Cardenal Herrera Oria, el lugar que buscábamos. Detuvo el cohe, lo aparcó, nos bajamos sin hablar y entramos en aquel edificio de "apariencia zen" y luces tenues para acompañar a Nuria...
3 no pudieron callarse:
...otros la recordaremos también como tú nos cuentas. Un besito
Descanse en paz.
Gracias, libertad
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