Los Cantos de Terntamandale
De vez en cuando me gusta detenerme,
miro las montañas azules,
los lagos de plata,
los bosques oscuros.
Detengo mi cabalgadura
y permanezco en silencio.
(Sopla el viento en mi penacho.)
Siento la brisa en el rostro.
Fumo en mi pipa de barro.
Acaricio el cuello de mi fiel amigo.
Luego,llegada la hora de partir
huelo por última vez los aromas del lugar que visito,
cierro mi capa alrededor de mi cuello
y espoleo suevemente a mi cabalgadura.
Siempre me pregunto como será el viaje
cuando por fin me acompañes a Terntamandale.
Tanis el semielfo
1 no pudieron callarse:
Mejor no saberlo hasta el final,¿no?
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