Sueños impostores
Hubo una época en la que ronroneaba alrededor de mis padres y mis hermanas, postergando lo más posible la hora de irme a la cama. Claro, esta época era diferente a otras anteriores en las que si me despertaba asustada en mitad de la noche sin saber muy bien qué había pasado, podía llamar a mis padres para que me tranquilizaran y se quedaran conmigo hasta que yo volviera a dormirme como si nada. En el mundo de los sueños, la función comenzaba cuando yo no respondía lo que mis padres esperaban que respondiera, o no hacía lo que ellos mandaban o querían que hiciese. Luego, yo intentaba explicarme (mucho más fervorosamente de cómo lo hacía en la realidad), pero ellos no me entendían, no me escuchaban, ni tan siquiera parecían oírme. Era entonces cuando se me iluminaba la bombilla, y yo descubría que esos no eran mis padres, sino unos impostores que los habían secuestrado y que querían confundirme al adoptar su misma apariencia física. Al momento me despertaba, pero me despertaba tan sobresaltada y confusa, que pese al descubrimiento que ponía fin a mi sueño, no era capaz de llamar a mis padres para que vinieran en mi auxilio.
La función se repitió más que varias veces durante esta época diferente, pero yo jamás tuve valor para llamarlos en mitad de la noche, porque sólo conseguía diferenciar claramente la ficción de la realidad cuando amanecía.
No he vuelto a tener este sueño. No tengo ni idea de por qué no lo he vuelto a tener, ni de por qué lo tuve. Sólo sé que aquellas situaciones soñadas con los que yo llamaba impostores, nunca llegaron a ocurrir.
E. Murillo
La función se repitió más que varias veces durante esta época diferente, pero yo jamás tuve valor para llamarlos en mitad de la noche, porque sólo conseguía diferenciar claramente la ficción de la realidad cuando amanecía.
No he vuelto a tener este sueño. No tengo ni idea de por qué no lo he vuelto a tener, ni de por qué lo tuve. Sólo sé que aquellas situaciones soñadas con los que yo llamaba impostores, nunca llegaron a ocurrir.
E. Murillo
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